25 septiembre, 2021

CON EL "A DE PLATA" EN EL BOLSILLO. 81- El primer viaje de la "V"... y de Mari Luz. (y III) Hagámoslo todavía un poquito más largo...

Miré un día la fecha del carnet de conducir, y me di cuenta que hace más -mucho más- de veinticinco años que aprobé el permiso importante, "el de moto", el A (en aquella época, A2). Así que me he propuesto daros un poco la brasa y contaros manías y anécdotas que me han ocurrido durante este tiempo. ¿Hasta cuando? No lo sé, según me vaya acordando (algo difícil con este cerebro cada día más reblandecido que tengo)... o cuando digáis basta.

81- El primer viaje de la "V"... y de Mari Luz. (y III) Hagámoslo todavía un poquito más largo...

Día 2. Alcañiz-Teruel-Cuenca (317 kms). Esas bellas carreteras nacionales del interior...
El agradable desayuno mañanero se alargó un poco más de la cuenta y, al final, salíamos a carretera más tarde de lo que planeamos, las 10 y 20, algo poco conveniente cuando se trata de la jornada más larga. Cogimos la N-420, otra bella carretera que permite buen ritmo (en moto) y que encima se disfruta (en moto) gracias a su trazado, en algunos puntos bastante exigente y divertido (en moto, claro). El problema volvió a ser el frío y la lluvia, que volvió a aparecer. La temperatura por suerte rondaba los 20º, pero el agua nos cayó dos veces, la segunda más intensa, cosa fatal con nuestros trajes de verano. Lo bueno es que duró poco, cogí temperatura -Mari Luz, detrás mío, lo padeció menos- en una gasolinera donde paramos a repostar (376 kms desde Valencia, con un magnífico 5'07 l/100 kms de media) y pudimos volver a disfrutar del trazado hasta Teruel. 

En las proximidades de la capital turolense pasamos por encima de la autovía A-23, entramos en la antigua N-234 y, para nosotros, comenzaba lo mejor: el bello eje Teruel-Cuenca. Lo iniciamos entrando en la N-330, que es lenta, algo estrecha y con más circulación, por lo menos cerca de Teruel, de lo que esperábamos... pero es una preciosidad, incrustada entre árboles y montañas, siempre verde, con un joven río Turia asomando a veces por nuestra izquierda. Por cierto, bastante marrón, signo claro que la lluvia nos había respetado cayendo el día antes. La verdad es que es encantador atravesar esos pequeños pueblos, con tanta vida por las calles y el disfrutar entre sus bosques, donde hicimos la única parada con fotos... no nos hemos lucido en ello, la verdad.



Una vez entramos en el extraño caso de Rincón de Ademuz (una comarca de la Comunidad Valenciana entre las Comunidades de Aragón y Castilla-La Mancha), la carretera cambia de denominación y vuelve a ser la N-420, la misma que nos llevó desde Alcañiz a Teruel. La N-420 es una de las carreteras nacionales más largas de España (808 kms) y sigue el trazado de la antigua calzada romana que unía Corduba (Córdoba) con Tarraco (Tarragona). Volvimos a ella con el remodelado, largo (más de 11 kms) y alto (de 760 a 1300 m) puerto del Hontanar, que la "V" se zampó como una campeona mientras a vehículos de todo pelaje se les veía bastante más desfallecientes. Luego entramos en su trazado más normal una vez dentro de provincia de Cuenca y su impresionante serranía, volviendo a disfrutar ambos de unas trazadas fantásticas, unas vistas bellas y una paz interior que alegra el alma. Visto que no íbamos a poder comer en Cuenca (eran las dos y nos faltaban cincuenta kilómetros), paramos en un bar de carretera y al final llegamos a destino, el casco antiguo de la capital conquense, a las cuatro y poco. Fueron seis horas y 317 kms. Los traseros acusaron un poco la tirada, pero los cuerpos seguían sorprendentemente enteros... así que a pasear por la zona de la catedral, sus angostas calles y sus casas colgadas (que no colgantes, como nos explicaron bien) hasta las tantas.



Día 3. Cuenca-Ademuz-Valencia (257 kms). ¿Pero no querías volver por ahí...?
Los "ojos de la Mora" (Cuenca)
El tercer día al principio iba a ser el más corto, tranquilo... y aburrido, porque la idea que llevaba era volver de Cuenca a Valencia por la CM-220 hasta Motilla de Palancar y de ahí coger la A-3 hasta casa, unos 210 kms de los cuales 140 serían de autovía. Por lo tanto, como serían unas dos horas de viaje, aprovechamos para desayunar pronto y dar un último paseo por la zona de la catedral, despidiéndonos de los ojos de la Mora y de las bellas callejuelas. Entramos en la CM-220 y, al pasar por encima de la N-420, le comenté a Mari Luz que por ella habíamos llegado el día anterior. -"¿Pero no querías volver por ahí, no es ésa la que lleva a Ademuz?" dijo ella. Pues sí... pero pensé que sería más cómodo volver rápido, más cuando ya eran más de las diez y media. -"No tenemos prisa, así que no seas tonto y vámonos por ahí, que es lo que tenías pensado desde el principio, y así me enseñas Ademuz". Pues nada, dimos media vuelta en cuanto pude y volvimos a poner nuestras ruedas en la carretera que tanto nos había gustado. Hacerla en el otro sentido le sentaba hasta mejor, sus curvas me parecieron todavía más divertidas, sus paisajes todavía más bellos, todo un goce la Serranía de Cuenca. Entramos en provincia de Valencia y llegamos al cruce de la N-330, que esta vez cogimos sentido sur hasta llegar a Ademuz.


Puente de Santa Cruz de Moya. Fotografía de Alfredo Sánchez Garzón
(puedes verla en tamaño original en Wikipedia, pinchando aquí)
Ademuz estaba como siempre en verano, con mucha vida, y aprovechamos que tiene gasolinera para parar a añadir un poco de combustible -así aseguraba la llegada a Valencia sin problemas- y a tomarnos un par de bebidas isotónicas, pues el calor comenzaba a ser alto, 29º. Salimos hacia Casas Altas a algo más de las doce con 150 kms por delante, de los cuales los primeros fueron una carretera bastante mala y retorcida, para luego llegar a una maravillosa zona labrada entre las hoyas que han producido el río Turia durante milenios: curvas, bellos paisajes, túneles y un puente de Santa Cruz de Moya (Cuenca) que hay que parar y verlo con tranquilidad: 80 metros de largo, a 100 metros del lecho del río y fabricado en acero recubierto con cemento. Fue el que, por fin, en 1963 logró unir Ademuz con la ciudad de Valencia... algo memorable pues la carretera comenzó a realizarse en el año ¡1.860!. Poco después entrábamos (de nuevo) en la provincia de Valencia, con más curvas y curvas hasta llegar a Aras de los Olmos, donde la CV-35 comienza a tener un aspecto más cuidado. De ahí el conocido trazado del puerto de la Montalbana, la travesía de Chelva y los modernos viaductos que hacen el trazado mucho más rápido y seguro. Al pasar Losa del Obispo nos encontramos el nuevo tramo de autovía, que con sus 51 kms nos lleva hasta la fuente de las Cortes Valencianas, la entrada oeste de Valencia. Repostaje (5'19 l/100 kms en 483 kms) y en casa a las dos, al final 257 kms en tres horas y cuarenta minutos... con los culos algo magullados, la verdad, esta vez sí se notó, pero con el cuerpo entero.




El objetivo se había cumplido, Habíamos podido dormir fuera de casa, pero cerca de ella. Habíamos hecho muchas horas encima de la moto, casi quince para 863 kms, de los cuales no llegaron a 80 de autovía. Habíamos llegado con los traseros como único lugar de cansancio, el resto relax y con fuerzas para mucho más. La moto se había comportado de modo impecable, sin un susto, sin una colada, sin un mal movimiento, sin topes. El consumo también muy bien, salió en el cálculo total 5'13 l/100 kms en 859 kms controlados. Y lo mejor, Mari Luz encantada, con ganas de más. Sin ningún tipo de duda repetiremos esto y viajes más largos, más complejos. Sí, amigo lector, para muchos esto es un "viajecito", lo que algunos hacen en un día y siguen con más, pero para nosotros y la "V" éste fue el primero... y había que contarlo. 



 

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