Para mí, no existe la motocicleta sin el París-Dakar. Mi primer MotoVerde lo compré al llamarme poderosísimamente la atención su portada, una BMW de campo llena de polvo y con un africano con turbante llenando su inmenso depósito. Fue el año que Juan Porcar, el primer español en participar, corría con una bóxer alemana. Y, para más inri, repitió victoria Humbert Auriol "el Africano", que año después lograría ser el primero en ganar en motos y coches.
Soñar en participar en el Dakar es algo que todavía, veintiocho años después, sigue en mi mente. Y por aquellos tiempos debía hacerlo con la mejor moto oficial: bicilíndrica de gran cilindrada, cardan, faro inmenso, depósitos partidos... ya digo, lo mejor que había.
He de reconocer que como bonita, a mí me gustaba mucho más la estética ligera y racing que tenían las Honda XR 550 R oficiales, con sus colores rojo, blanco y azul.
Pero la BMW tenía una planta, con ese inmenso tamaño, espectacular. Su motor, mucho más poderoso que los escasos 40cv que rondarían las "mono", se me planteaban como un épico reto a mi pilotaje. Su estética, con publicidad de una revista para adultos me llamaba la atención por su toque "prohibido" para mi edad... pero el año siguiente, cuando llegó el tabaco y su espectacular color blanco y naranja fluorescente para mí se convirtió en el arma total, la moto que tenía que llevar para tan magna prueba.
Dos décadas después el sueño sigue presente. Pero ahora con una 450cc de apenas 140kg... es que ya no estoy tan joven...
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