17 julio, 2012

Voromv Moto. CON EL "A DE PLATA" EN EL BOLSILLO. 26- Motos y dudas: HONDA CBR 600 F versus YAMAHA TDM 850

Miré un día la fecha del carnet de conducir, y me di cuenta que hace más de veinticinco años que aprobé el permiso importante, "el de moto", el A (en aquella época, A2). Así que me he propuesto daros un poco la brasa y contaros manías y anécdotas que me han ocurrido durante este tiempo. ¿Hasta cuando?... no lo sé, según me vaya acordando (algo difícil con este cerebro cada día más reblandecido que tengo)... o cuando digáis basta.
26- MOTOS Y DUDAS -tres-
HONDA CBR 600 F versus YAMAHA TDM 850  (1991)
Los que lleváis un tiempo leyéndome habréis visto que, aunque siempre he tenido moto desde los diecisiete años, no he tenido un gran número y todas me han durado bastante. La verdad es que siempre he estudiado mucho qué moto comprar cuando he tenido el dinero… que siempre ha sido poco, por lo que no podía arriesgar a equivocarme. Ahora, eso no quiere decir que al final tuviera la moto que era la “primera opción”, por un motivo u otro en cuatro ocasiones no compré la que quería. Aquí una de ellas:

Llevaba ya casi dos años con la Suzuki GS 500 E, económica, ligera, versátil y sorprendente en curvas… pero los recién conocidos amigos del Motoclub tenían motos que su velocidad de crucero era la punta de la GS, y en aquella época ni habían tantos rádares, ni te quitaban puntos, ni ibas a la cárcel… vamos, que los viajes eran rápidos, muy rápidos. Así que consideré que el aprendizaje había terminado y tenía que saltar a una moto “gorda”.

Después de unas semanas con “la Segoviana” de mi amigo Juanjo V, una Kawasaki GPz 600, comencé a dudar entre bicilíndricos (lo que más me atraía… yo devoraba todos los escritos de Dennis Noyes y más cuando hablaba de Ducatis y Nortons…) o tetracilíndricos. Así que comencé a hacer cuentas para ver si cambiaba de moto. Kawasaki había sacado el año anterior la ZZR 600, con su bella línea y sus enormes (120 y 160) neumáticos de perfil bajo (70… recordad que estamos en los primeros noventa ¿vale?) Pero todo cambió para mí cuando en 1991 surgieron dos motos que me hicieron dudar hasta el último minuto… y veréis que es literal.



La Honda CBR 600 F era para mí (y para la mitad del mundo, tal como se vendieron) la moto ideal: deportiva pero cómoda, compacta pero con dos amplias plazas, valida para ir a trabajar, regresar por tu puerto de montaña favorito y de ahí ir a recoger a tu pareja. Además  todos, incluido mi amigo Voro, la veían la continuación perfecta de mi GS 500 por tamaño, posición de conducción y versatilidad. Vamos, que era mi moto.

La para mí otra novedad del 91 fue una moto de la que se escribió mucho: la Yamaha TDM 850. Recordad que yo siempre había querido una Trail, y a la hora de la verdad se rodaba tan o más rápido con una de ellas que con una “R” por esas carreteras que hoy consideraríamos tercermundistas (bueno… en aquella época también lo 
pensábamos) y, claro, de repente aparece la TDM como la combinación de una Trail gorda con una moto de asfalto: suspensiones entre una y otra, neumáticos y llantas entre una y otra… ¡lo mejor de ambos mundos! Además, era bicilíndrica y encima uno de los mejores en su momento, con 80 cv bien llenos. Y si a todo le añades que la moto era grande de tamaño… pues mejor para mi 1m88 cms.

Problemas que encontré fueron dos: el primero que eran tiempos buenos para las ventas de motos nuevas… y fatales para las de segunda mano. Las nuevas iban bajando su precio año tras año, y así no podíamos “colocar” nuestras motos usadas. Y otro problema fue que me surgió la oportunidad de comprarle el Ford Escort 1.6 Ghia a mi tio… un auténtico chollo que no perdí, pero que me dejó sin ahorros. Así que había olvidado el vender la GS cuando me llama Pepe desde la tienda-taller donde la mantenían “tengo un comprador para tu moto… y trae el dinero en metálico”. Así fue: apenas tenía tres meses el coche y podía colocar la 500… Fuimos Pepe y yo al banco y, al rato, tenía préstamo para la moto. Había moto nueva.

Después de unos cálculos suicidas para intentar comprar una Honda VFR 750 F (1.400.000 pts -8.400 €- cuando mi sueldo apenas llegaría a los 750€) me decidí por la CBR o la Yamaha. Ambas rondaban los 1.100.000 pts -6.600 €- por lo que el precio no iba a ser el factor determinante. En el motoclub todos se decantaban por la CBR, pero a mí me seguía llamando la atención la TDM, pese a su estética digamos “particular” con esos faros bizcos.
Y llegó el día de la compra. Pepe se fue al almacén que compartía con otras tiendas (fueron años de “motos paralelas” traídas de Europa al ser mucho más baratas que las oficiales de los distribuidores españoles) a por mi decisión final, la CBR 600. Yo la quería en blanco y rojo porque hacía juego con mis “colores” de casco (¿Cómo que no sabes de qué hablo? Ya estás leyendo "La manía del casco personalizado") pero rompía la tradición de motos negras –Vespino, Vespa, GS 500-. De repente, Pepe llamó a la tienda “Miguel, hay una TDM de color negro” …que además era el color que a mí me gustaba. Y no pude evitarlo “Trae la TDM”

Ya podéis imaginar la cara que pusieron todos cuando me vieron aparecer con la TDM “¿¿¿no te has comprado la CBR???” Hasta Voro se disgustó… aunque yo creo que era porque ahora yo tenía una bicilíndrica más potente que su hermosa Ducati Paso 750 :-D 

La verdad es que no me arrepentí ni uno de los casi doce años que la tuve. No dio problemas de motor, ni de suspensiones, ni de nada… bueno, la verdad es que con casi 90.000 kms falló el regulador de corriente y ello hizo que se quemaran los cables de salida del alternador y el CDI, pero al final no fue tan caro como parecía.


El único problema fue que no era una Trail… y tengo claro que si hubiera comprado la Honda Dominator dos años antes, o si se me hubiera pasado por la cabeza (que no ocurrió) una África Twin o una SuperTenere, o una BMW R 100 GS, mi “vida motera” no sería la de ahora. De repente, el Trail se convirtió en una explosión que lo cubría todo: con una Trail podías correr con muy buenos resultados en Rallies de Asfalto. Había categoría Trail en el Campeonato de España de Enduro, con tramos algo más fáciles. Había categoría Trail en el Campeonato de España de Raids, en una época que carreras como la Baja Aragón hicieron que proliferaran por la península este tipo de pruebas. Habían carreras de Promobikers, que era como el SuperMotard pero con llantas de campo (21” y 18”) y neumáticos Trail sin taco… Vamos, que si hubiera comprado una Trail en aquellos años, de una forma u otra hubiera corrido, porque mis decisiones sólo dependían de mí. Pero no lo hice. Tuve que esperar hasta el 2000, ya con 33 años, mujer, un niño e hipoteca, para debutar con aquel magnífico regalo que me hizo mi amigo J.V. León (una Bultaco Frontera 370 Mk11) en MotoCross Clásicas… una especialidad que no era lo mío y que requería un fondo físico que empezaba a perder. Pero bueno, pude cumplir uno de mis sueños y estuve en parrilla de salida, con una moto con dorsal… fui piloto. A la hora de la verdad, eso es lo único que importa. ¿o no?

 

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