17 noviembre, 2022

Toma de contacto. 31 kms con el Ray 7.7, un scooter eléctrico que es mucho más que un 'A1'

Gracias a José, de Multival Premium Valencia, pude hacer una toma de contacto con el Ray 7.7. Es un scooter eléctrico que, aunque está homologado como L3e (se puede conducir con el permiso A1 o tres años de B), promete un comportamiento más de '300' que de '125' gracias a que su generosa batería de 7'7 kWh permiten a su motor de 10'7 kW/13 cv tener un pico de potencia de 17'5 kW/23 cv.



A mi llegada, como suele ser habitual con las motos que tienen distintos ajustes electrónicos, una corta pero obligada explicación de cómo funciona el vehículo. El Ray 7.7 tiene tres modos distintos de conducción, City, Flow y Sport con un cuarto R que es 'marcha atrás', muy útil en maniobras y para subirla al caballete central. El asiento, que se puede regular en tres alturas, lo colocamos en la posición más alta, lo que deja mis largas piernas poco dobladas gracias a la plataforma plana y muy baja. Pongo modo City y a rodar.

El modo City entrega el 60% de la potencia del motor y tiene la mayor regeneración de corriente al cortar.

El modo Flow entrega el 70% de la potencia del motor y nada de retención, cuando cortas gas se pone en 'modo vela'.

El modo Sport entrega el 100% de la potencia (lo que acorta la autonomía), con una retención regenerativa un poco menor que el City pero también notable.

Apretando un gatillo de la piña izquierda, entra el modo R y, cuando das gas, la moto va marcha atrás.
La pantalla es TFT de 5" a color no táctil.



Todos los frenos y latiguillos son J.Juan. Llanta de 15", con un ancho neumático 120/70-15" Pirelli Angel Scooter.
El Ray 7.7 tiene un tamaño normal, no es un pequeño ciudadano ni un largo GT, por lo que con mis 1'88 m. se me queda un poco justo, pero no por ello me resultó incómodo en la urbe. Como buen eléctrico, es absolutamente silencioso. El tacto del acelerador es muy directo, sin vacíos, y la correa dentada sin mantenimiento no se nota para nada. Además, la recarga de batería que se activa al cortar gas le ofrece un alto freno motor, por lo que es muy fácil de llevar casi con el puño derecho. Su aceleración es sorprendente, incluso con el modo menos potente y mis 110 kg, más si no has probado antes un motor eléctrico. El primer contacto por la ciudad, corto, lo aprueba con nota.

Dos amortiguadores, sin regulación, en la parte trasera.
La caja lateral es una de las partes de la batería en forma de U que llaman Ray Powerblock.
La llanta trasera es de 14" y equipa un neumático 140/60-14" Pirelli Angel Scooter.


Motor en posición central y transmisión por correa dentada sin mantenimiento.
A su lado la otra parte de la batería en U, que llega a 7'7 kWh de capacidad útil.
Al ser un scooter '125', yo tenía claro que iba a ir bien en el atasco de la ciudad, por lo que puse el modo Sport y enfilé sus ruedas hacia la salida norte de Valencia, que queda cerca. 
En autovía el Ray 7.7 no se siente para nada 'pequeño'. Con mi -gran- tamaño el manillar lo encuentro un pelo bajo (quizás hubiera sido mejor poner el asiento al mínimo), además de que al no llevar la pantalla opcional me comía todo el viento. Los retrovisores, con mi percha y el barbour se me quedaban bastante faltos de brazo. 
Y nada más malo puedo decir. La estabilidad es correcta, no serpentea tras el rebufo de los coches, responde con precisión a lo que le pides con el manillar, y el motor acelera como no hace un '125'. Puedes ir tranquilamente a 90-100 km/h de marcador, no lo notas para nada forzado. Pero es que abres más el puño y acelera sin dudarlo hasta velocidades por encima de la máxima en autovías. Para ser un L3e va sobradísimo, no sientes esa angustia que da la falta de motor. Y lo dice uno que es grande y pesado, no quiero imaginar cómo de bien irá con medidas menos exageradas.

Hueco para casco, con doble iluminación, y asiento regulable en tres alturas (770-785-800 mm), el primer scooter mundial en tener esta posibilidad.

 
Piña izquierda, donde preside el selector de modos.
En la parte trasera se aprecia el gatillo de largas y, bajo él, no visible, el que activa la marcha atrás.
Salgo de  la autovía para ir a buscar los pueblos de la antigua carretera de Barcelona y enfilo dirección Valencia por una circunvalación de esas con dos carriles por sentido y rotondas cada poco. 
En los cruces circulares el Ray 7.7 te recuerda que es un scooter, pero sus ruedas altas y anchas te permiten abordarlas con tranquilidad y su buen motor, que en modo Sport demuestra una aceleración sorprendente, te hace adelantar sin problema a los coches y furgonetas. Coloco el modo Flow, que se me olvidó probar en autovía, su lugar más lógico, pero aquí, con tanta frenada al llegar a las rotondas, no me convence su nula retención. Así que, visto lo bien que va el modo Sport en estas vías rápidas, pruebo con el City... y de nuevo agradable sorpresa, pues acelera lo suficiente para seguir el ritmo, cuando no superarlo, de los vehículos de alrededor. Además su autonomía indicada aumenta de modo notable, así que debería ser el modo habitual... cuando no quieres darte el gusto, claro.

En la piña derecha destaca el botón superior, con el que abrir el hueco bajo el asiento de forma remota. La calidad es apreciable.


Hueco con cierre por llave y toma de carga USB.
Una vez finalizado el tramo de circunvalación, toca la travesía de varios pueblos enlazados. El Ray 7.7 sigue siendo agradablemente silencioso y fácil de llevar, pero además destaca en el paso de los guardias tumbados donde, con mi peso, sus suspensiones y ruedas grandes los superan con nota. Ya en la ciudad, la circulación entre coches, como buen scooter, vuelve a demostrar que es su hábitat más propicio. Pero al llegar al cruce con la Ronda Norte me vuelve el espíritu macarra: entro en ella, pongo el modo Sport ¡y a ver quién puede seguirme!. Cada semáforo es un motivo para jugar con su fulgurante aceleración. Adictivo sin duda, no me extraña que declaren tiempos de  0-50 km/h en 2,8 s y 0-100 km/h en 7,7 s. Pero toca volver a ser cabal, de nuevo City... donde tampoco va manca. Un poco más de ciudad y a Multival Premium. 

Además del cargador standard a 1'8 kW, opcionalmente se puede instalar otro Tipo 2 a 3'3 kW.
Con el primero se hace una carga desde vacío al 100% en 4h 20m, con el segundo en 2h 35m.
Si cargamos al 80% tarda 3h 30m con el standard y 1h 50m con el Tipo 2.


En charla final con José veo que coincidimos en muchas cosas. El Ray 7.7 se anuncia pesado, pero para mí no lo es, y se nota menos gracias a su centro de gravedad tan bajo. Se comporta como los mejores scooters tanto en ciudad, como en autovía, como en carretera. Y luego su motor hace que te sientas con la suficiente aceleración como para no tener miedo a ir a cualquier sitio, por cualquier tipo de vía... y de forma divertida. Tiene una calidad evidente, hueco para casco con doble iluminación, asiento regulable en altura, una guantera con llave y toma USB, y una autonomía de casi 150 kms. Puedes controlarlo con el móvil a través de una App. Incluso puedes ponerle un cargador de Tipo 2 para acortar los tiempos de recarga, aunque no puedes extraer la batería para enchufarla en casa o el trabajo, el peaje por llevar una de las más potentes entre los scooters eléctricos. Evidentemente, su etiqueta es 0. Pero lo que más me gusta es que está diseñado y fabricado en su mayoría de piezas en España, hasta un 90% viene de nuestro país. Así que aunque su precio pueda parecer alto, sin duda es una opción perfecta para los que quieren un scooter potente que, además, tiene homologación de convalidado para el que lo necesite. Para mí, un gran acierto este Ray 7.7.

Miguel.












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