Como se suele decir, el gusto es como el culete, cada uno tiene el suyo. Está claro que algunos tienen un sentido de la estética muy refinado... y otros nada de nada. Por eso algunos 'no rodarían con esa moto ni pagándoles' y otros no dudan en 'decorar' la suya con los objetos y colores más horrendos. El crimen es cuando ese atropello al buen gusto no lo hace un aficionado contra su moto, sino que es la propia marca la que lo lleva a cabo, y más si es una empresa con una reputación contrastada de elegancia en sus productos.
Así que voy a hablaros durante unos capítulos sobre motos de los ochenta para acá -lo que yo más conozco- consideradas en su momento como un auténtico horror. No voy a poner las que se unieron a lo de moda en ese tiempo por formas y/o colores y hoy se ven totalmente demodé (todavía me duelen los ojos de algunas motos de pinturas 'ácidas' de los 90, sobre todo Suzukis), sino las 'matriculables' (no preparaciones, prototipos o concepts de exposición) que nada más presentarse en los salones se llevaron el premio limón a lo menos agraciado. Como, por ejemplo, ésta:
7- OSSA Urbe 250 (1982)
El problema de OSSA era similar al de Bultaco, Montesa o Sanglas: motores monocilíndricos dos tiempos, refrigerados por aire y arranque a palanca con décadas en su diseño. Sencillos chasis doble cuna que igual valían para una "campera", una "deportiva" o una "turismo". Fibras también compartidas en su mayoría. Suspensiones arcaicas con horquillas sencillas delante y dos amortiguadores atrás. Frenos de tambor excepto algún sencillo disco que apenas frenaba mejor. Y así... En OSSA tenían claro que necesitaban crear una gama de motos que pudiera resucitar a la marca, pero con la base que tenían porque no había dinero para desarrollo.
La moto de trial 303 "roja" fue una de ellas, evolucionando las TR-80 "amarillas". Las Copa F-3 con las que se corría las Motociclismo Series evolucionaban ligeramente, con la sombra cada vez más cercana de una Yamaha XS 400 que, al llegar, les pasarían por encima en carreras... y sin duda ventas. La económica TE recibía llantas de palos. Pero necesitaban algo más, algo novedoso. Siguiendo una petición de Juan Vidal, agente de OSSA en Barcelona, pensaron en cómo crear "una moto limpia", cercana a la idea de los scooter que imperaban en las grandes urbes y, sobre todo, en la Ciudad Condal. Así, en 1981 nacía el "Proyecto Crisis" comandado por el ingeniero Mario Borrás y con diseño de Juan Antonio Blanc. Fibermaster serían los encargados de los plásticos.
La idea de OSSA con la Urbe fue coger la más básica y económica de sus motos, la TE 250 ("Turismo Económico"... quedaba claro ¿no?) y ponerle un carenado completo que acercara su concepto moto (ruedas grandes, estabilidad) con el concepto scooter (cuerpo cubierto, pasajero cómodo, capacidad de carga). El manillar recibía una amplia pantalla que tenía los retrovisores integrados y una pequeña guantera. En el centro el carenado protegía las piernas. El motor estaba totalmente carenado para evitar cualquier tipo de salpicadura de combustible. El pasajero tenía dos plataformas donde apoyar los pies. Y detrás venía lo más novedoso, un hueco al que se accedía abriendo una tapa solidaria con el portamatrículas. En los laterales dos falsas maletas le daban capacidad para guardar ropa, material o incluso un casco jet, previniendo la futura obligación de su uso en ciudad para las motocicletas de más de 125 cc. Además, un portabultos metálico aumentaba su capacidad de carga.
La idea no era nueva pero sí interesante. Una moto económica, limpia, estable, que protegía a piloto y pasajero y que, además, tenía una buena capacidad de carga en uso urbano... de ahí su nombre. El problema ya lo veis, la estética que diseñó Blanc no era en absoluto atractiva. Lineas y ángulos rectos nunca han sido buenos para diseñar motos, y esta OSSA Urbe 250 era el ejemplo perfecto. Nadie, nadie, la vio atractiva sino todo lo contrario, muy fea, siendo motivo de atención -cuando no escarnio- el conducirla. Para más inri, el complejo carenado la encarecía de una forma desmedida, más comparandola con su base TE, había que pagar los moldes y piezas, difícil con series cortas. Como su venta era muy mala, no llegaron a fabricarse 500 unidades en los dos años escasos (1982-1983) que estuvo en producción, pese a recibir algunas mejoras -como los frenos de disco- en las últimas fabricadas. Lo triste es que con el tiempo muchas fueron "desnudadas" y reconvertidas a su base TE por sus propietarios para poder venderse en el mercado de segunda mano. Por ello apenas hay fotos de ella por internet fuera de algún museo.
Las Urbe 250 que no se vendieron acompañaron a la marca a su desaparición en 1984, cuando cerró al no entrar en los planes de la Reconversión Industrial que estaba llevando a cabo el Ministerio de Industria. Una verdadera lástima que acabara así una marca mítica como OSSA, y más con semejante borrón en su catálogo.
Artículo revisado en ortografía, estructura y fotografías en julio de 2023.
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