2 de 4. Comienza el relevo
Despierto de mis oscuros pensamientos cuando veo llegar “el taxi”, mote cariñoso con que bautizamos a nuestra moto, blanquísima de patrocinadores, y a la que le hemos puesto una bombilla verde a la altura del manillar para distinguirla del resto por la noche. De pronto, soy consciente de lo seca que tengo la boca y de lo blandas que tengo las piernas.
Toño llega con la visera levantada y baja de un salto, demostrando que ser profesor de aerobic le mantiene en perfecta forma. Se pone a mi lado, mientras Paco y Jorge comienzan a desmontar las ruedas -saldré con pastillas y neumáticos nuevos- y comienza a gritarme las novedades: -”Controla el embrague, si lo fuerzas mucho en la salida se queda muy holgado. El freno trasero me ha bajado un par de veces. En la chicane entra un poco por arriba, que acaban de echar sepiolita y no lo han barrido todo. A la última de izquierdas le está afectando la humedad de la noche y resbala más de lo normal. ¡A darle al gas!”.- Lo que me faltaba para relajar los nervios.
Venga, concentración. Entro en la pista con cautela, pero no demasiada, no sea que me torpedeen por detrás. Los neumáticos nuevos hacen que la moto caiga sola en las curvas, aunque resbalan un pelo, les hace falta rodar. Dos me pasan por debajo del sobaco, creo que no les he molestado. Al llegar a la chicane he pisado la sepiolita como si no supiera que estaba allí. La moto ni se ha inmutado, un problema menos. La última de izquierdas sí resbala, la moto se cruza un poco pero de forma controlable, lo que me ha dado una descarga de adrenalina y me ha avivado el ánimo.
La iluminación del circuito me enseña que no voy a tener, por suerte, graves problemas de visión. Puedo por lo menos intuir con tranquilidad la llegada para las frenadas. Lo demás es confiar en el conocimiento de “mi” circuito (¿Cuántas miles de vueltas le habré dado desde hace…?) y ponerle “un par”.
Sigue aquí:
No hay comentarios:
Publicar un comentario