-Parte tres- El poder de una 500 de Gran Premio
Esta vez estoy preparado y me aplico con la 1000… pero él también lo hace. Debe llevar un desarrollo sumamente corto porque salta hacia delante como si yo tuviera veinte cv. menos mientras su rueda delantera despega en todos los cambios de marcha. Mi moto correrá prácticamente lo mismo, pero su aceleración me saca unos metros… y otros tantos en las frenadas, donde debe ser por los treinta o cuarenta kg. de diferencia a su favor. Le recupero en las salidas de las curvas, donde lo veo cortarse con el gas hasta que no la tiene recta, mientras yo abro bien inclinado. Y así vamos dando vueltas jugando a la goma, él se escapa en las salidas y las frenadas, yo le recupero en el paso y salida de curva, todo aderezado con bonitos caballitos y neumático “haciendo humo”. Seguro que el video queda estupendo. Un gesto dos curvas antes y a boxes.
Después de beber bien, mientras recupera resuello y color de cara, toquetea un poco las suspensiones y cambia el neumático trasero por uno nuevo. “La carburación está un pelo grasa y el desarrollo es demasiado largo, me faltan más de mil vueltas a final de recta, pero lo voy a dejar así para que no acelere tanto” ¿Cómo que largo? Imposible con la forma salvaje de salir que tiene. Se debe estar quedando conmigo. Y de repente, me suelta algo que la verdad, no siendo suya no me esperaba… “Venga, prepárate que ahora te toca a ti rodar con una verdadera moto de competición”. Y llego al principio.
Salgo de box con una punta de gas, el propulsor parece dócil y la moto se nota ligerísima… parece como si a la 1000 le hubieran quitado el motor. Llego despacito a la curva de final de recta, rozo los frenos… ¡¡¡y casi salgo por orejas!!! Algo les debe pasar porque así no puede ser que frenen. Salgo de la curva, casi parado, abro… y la moto se encabrita de una forma salvaje, de repente, sin más aviso que un cambio de tono de escape. Al cortar la moto cae brusca. A ver, hagámoslo bien: cuerpo hacia delante, gas… acelera bien, pero al llegar a las 9000rpm el sonido cambia y toda la moto se me quiere escapar de las manos, mientras se levanta sin piedad. Intento recordar como dijo mi mecánico “tienes que estar atento a la apertura de las válvulas de escape. Este motor Big-bang es algo más utilizable, pero en cuanto abren hay un salto salvaje de potencia… ahí es cuando se encabrita. La mejor forma de llevarla es, por difícil que sea, por encima de las 9000 dejando abajo el salto. Y si ves que no puedes, o te encuentras con la apertura… abre más gas para hacer patinar la rueda y evitar que se encabrite”.
Esto así no puede ser. Abro y la moto me catapulta hacia delante de una forma despiadada, brutal, retorciéndose y chillando la goma trasera mientras la delantera se levanta más y más, nada comparable a la 1000 de cuatro tiempos aunque supuestamente esa sea más potente. Corto gas y es como si la cadena se hubiera roto, no retiene nada. Cuando creo que me voy a comer la curva acaricio los frenos y todo mi cuerpo se esfuerza de una forma enconada por no salir por delante, no entiendo como estos disquitos que rondarán los 280mm con sus pinzas sin anclaje radial pueden frenar de una forma tan contundente. Llego a las curvas y las hago cuadradas, le insinúo que entre y se cae al interior en un suspiro. Esto me está superando.
Debo parar.
Sigue aquí: Parte cuatro- Aprendiendo a pilotar
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